El momento de las reconciliaciones o que pienso votar en política laboral
Como en una carrera de fondo tras muchos kilómetros en las piernas y habiendo sufrido algún que otro muro en el camino (el muro en el corredor consiste en un desfallecimiento tanto físico como psicológico en algún momento de la carrera), hemos llegado al destino y ya podemos decir: ¡¡ELECCIONES A LA VISTA!!
Tras esta afirmación la gente de RRHH llevamos días buscando en los programas electorales diferentes promesas para una nueva reforma laboral.
Pues si ustedes me dejan pedir, es el momento de la reconciliación. La reconciliación con los empleos de calidad y la reconciliación con el aumento del poder adquisitivo de nuestros salarios.
Durante estos últimos años de incertidumbres en el mercado, la sociedad ha dado un ejemplo brillante a nuestra élite política. El consumo se ha mantenido a la alza y el mercado en crecimiento, lo cual, ha hecho que ahora podemos estar en una posición privilegiada para crecer en el empleo tanto en cantidad pero sobretodo en calidad. ¿Y cual debe ser la clave de este crecimiento? Incentivar el consumo.
La tendencia deberia estar encaminada a mejorar el poder adquisitivo de manera que este superhabit repercutiera en el consumo, en la generación de riqueza. Con ello se llevaría a colaborar en la reducción de los niveles de desempleo, elevar la calidad del trabajo y de los salarios y por cantidad de consumo, el beneficio de la empresa.
También es necesario en este sentido, que las políticas a implementar en el campo laboral faciliten la elevación de la productividad del trabajo.
Una faceta a destacar de la política laboral de los últimos años ha sido la de compensar el elevado costo laboral que provoca o facilita una mayor precarización de la relación laboral y/o implica una disminución de los beneficios monetarios y no monetarios indirectos. El modificar esta tendencia no sólo es funcional al objetivo de mejorar el bienestar de los trabajadores, sino también lo es al de facilitar el crecimiento de la productividad. Es importante que se abarate el empleo, lo cual no equivale a que se abarate el despido. Hacer más económica la contratación y que esto pueda desembocar tanto en el beneficio empresarial como en el salarial del trabajador sería una interesante medida de crecimiento en positivo. Y ahora la pregunta sería ¿Cómo cubrimos lo que el Estado deja de ingresar en las arcas de la Seguridad Social? La respuesta es clara: consumo, consumo y consumo.
Quizá llegue, algún día, el momento en que la relación del empleado y el empleador se pueda basar únicamente en una relación de necesidades satisfechas, una en la que las empresas contratasen a la gente para realizar un trabajo que “o no saben, o no quieren o no pueden hacer” y, por ello, remuneren de un modo equitativo y competitivo para que así el trabajador pueda ascender en la pirámide de Maslow, saboreando todos sus escalones y reinventando en el mercado, generando a su vez un consumo tal que le permita crecer y que también haga crecer. Quizá ya podamos empezar a tratar el empleo como una política madura que, por medio de la generación de riqueza, pueda crecer y olvidarnos así de proteccionismos infantiles para dejar al Estado como un mero notario garante de permitir el acuerdo por necesidad.
Antonio Robles